Irremediablemente nuestros pinares atraen a uno de los animales menos queridos por quienes han padecido de forma directa o indirecta las consecuencias de la temida oruga procesionaria (Thaumeopoea pytiocampa), que con sus pelos urticantes llega a ocasionar reacciones más o menos graves.
Tras pasar el duro invierno alimentándose de las acículas de los pinos y con la llegada de unas temperaturas más primaverales, nuestras protagonistas de hoy abandonan sus bolsones donde han estado criándose hasta alcanzar su madurez, para descender de los pinos formando una hilera, a modo de procesión con el fin de enterrarse.
Allí, bajo tierra, pasarán a un estado de metamorfosis hasta bien entrado el verano, que será cuando emerjan en forma de mariposa y en apenas 24h realizarán la cópula y puesta de las próximas generaciones.
Existen diferentes métodos para combatir contra estas plagas, algunas más o menos efectivas como fumigar, cortar manualmente los bolsones, perdigonar, trampear y la mejor de todas....... las aves insectívoras.